Ainhoa Akutain “Spiagge bianche”


Zuloa 1


Zuloa 2


Kaia 1


Kaia 2
 

La serie de fotografías que presento parten de una afirmación de Otto Stelzer, donde precisaba que la inmensa difusión de la fotografía significaría prácticamente el triunfo de la percepción conforme a las leyes de la perspectiva central. En la Toscana, cuna de la perspectiva central, también se localiza el pueblo mediado y diseñado por el empresario belga Ernesto Solvay, ejemplo de colonización industrial y a su vez, cómplice del orden y la racionalidad de la perspectiva central. Solvay es responsable, asimismo, de la transformación paisajística de la costa colindante, dando lugar a lo que a día de hoy se conoce como Spiagge Bianche (playas de arena blanca). Nombre divino para un no-lugar como experiencia residual, que ha ido transformando su fisonomía con los desechos químicos de la empresa.

Como concreción de lo descrito, presento las piezas fotográficas que recogen las intervenciones llevadas a cabo, las cuales se inscribe en el ejercicio escultórico de un terreno físico dado. Con ello quiero insistir la ausencia de elaboración o mutación digital en post-producción.

CaCO3 –> CaO + CO2 –> Zuloa (Hueco)

Ejercicio de escultura con dos planos diferenciados que parten de una misma matriz. Supone el retorno al vacío como vía de construcción de circunstancias ajenas a direcciones únicas y paradigmas herméticos.

La fórmula CaCO3 --> CaO + CO2 aparece vinculada al “método Solvay”, dentro del proceso químico utilizado para la fabricación de carbonato de sodio a nivel industrial. La expresión “una de cal y otra de arena” en realidad significa que se está dando con algo totalmente antagónico. En este contexto ambas materias opuestas aparecen unidas y descifradas adoptando, paradójicamente, el código de visión por excelencia de Occidente: el rectángulo.

KAIA

Kaia, muelle en euskera. También nombre femenino variante de Kai (hawaiano) y Kaya (japonés, zulu, turco, hopi e hindú) significando mar, refugio o el descendiente deseado.

El proyecto atiende en especial al diálogo que se genera por la extraña vinculación del espacio costero de Spiagge Bianche con la artificialidad transformativa de la industria, confrontándola con una representación propia de la cultura marítima: el muelle. Una presencia instruida en la calma de la espera para ser ocupada por las pisadas. Y, sin embargo, acondicionada para posibilitar el embarque a lo impredecible.